Al
entrar en el campo de la educación inicial, podemos decir que como futuras
docentes una de las cuestiones que están muy presentes en las salas de nivel
inicial es la cuestión de género. El separar niños y niñas, hacer esa división
que no siempre es buena, y esto se puede ver en los rincones de juegos en las
salas. Estos sectores son, por lo general, “la casita” y “rincón de
construcción”, en donde los niños ya saben dónde “deben ir”, pero en el caso de
que un niño quiera entrar a la casa, muchas veces no lo dejan. Eso se debe a
que ya hay un imaginario o representación de cómo se debe jugar y con qué
juguetes hacerlo, hay juguetes que son “de varón” y otros “de nenas”.
Como
futuras docentes de educación inicial, debemos comenzar a romper con estos
estereotipos que traen los niños, desde sus casas o, inclusive, muchas veces
desde la misma escuela, que los fomenta. Hay que terminar con esa diferenciación de género que condiciona a los
niños, desde muy pequeños.
Los
juguetes ni los juegos tienen género, todos tenemos el derecho a jugar a lo que
queramos, no hay prácticas que solo sean para mujer y solo para hombre. Pero
esto sucede porque la perspectiva de género está muy arraizada en todos los
sujetos, y como afirma Claudia González (2007):
“Tienen
su origen en una construcción social que alude a aspectos sociales, culturales
y psicológicos asignado de manera diferenciada a mujeres y hombres, de esta
forma, se adquieren y desarrollan ciertas pautas de comportamiento y atributos
que hacen posible la feminidad y la masculinidad, lo que se traduce en los llamados roles de género”
Así
es, como el género se vuelve factor, también, de la construcción social de la
infancia y de la cultura infantil, la cual continúa promoviendo roles de género perfilados.
Como dicen Kincheloe y Steimberg, “los chicos
habitualmente se identifican
con sus juguetes, mientras
que las niñas
cuidan los suyos,
espectadoras en adoración
perpetua de sus muñecas
en los anuncios
de niñas” (2000: 20) Y esto
nos lleva, claramente, al mercado que se les ofrece a los niños hoy en día,
entre ellos está “el maravilloso mundo de Disney” que presenta el rol de la
mujer subordinada y el hombre como el jefe, como aquel que manda y tiene la
voz.
Tanto en estas películas, como en toda
manifestación de la cultura infantil ponen al descubierto lo que llaman, Linda
Christian Smith y Jean Eroman, masculinidad hegemónica. Kincheloe y Steimberg “nos expresan que “esta forma patriarcal tiene
serias implicaciones para las mujeres, pero distorsiona el desarrollo masculino
también” (2000: 21). Aquí, la cultura infantil estimula, a través del
curriuculum, a los niños a asumir roles que son patriarcales y que
supuestamente le dan el derecho de
disfrutar de ese privilegio, por haber nacido
varones, de subordinar.
Se trata de reflexionar sobre estas cuestiones de
roles que pueden verse claramente en las respuestas de los niños a preguntas
como cuáles son juguetes para niños y cuáles para niñas, si los niños pueden
jugar con muñecas y las niñas con pelotas y autos. Además, muchos llevan
consigo ideas sobre qué debe hacer una mujer, madre y qué un hombre, padre. El
tema de los colores como el rosa y el azul también son tomados fuertemente por
los niños. Estas y otras pautas de comportamiento que la sociedad impone, son
interiorizadas por los niños y tal vez, ellos mismos no entienden porque dicen
lo que dicen.
Se trata también de observar, pensar y re pensar
sobre los juguetes y materiales que se les brindan a los niños, analizándolos,
como plantea Márquez González, para comprender qué se le está ofreciendo a los
niños en estos contextos y resignificar el rol del género. No hay que olvidar
que acompañar estos procesos de construcción de subjetividad de los niños a través
de materiales y juguetes adecuados, intentando que no reproduzcan representaciones y sus
consecuencias, es tarea y responsabilidad de los adultos, y se convierte en algo
sumamente importante.
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