sábado, 2 de julio de 2016

Cultura infantil y multinacionales. Capítulo 2. SH. R. Steinberg, J. L. Kincheloe.

¿Son las películas de Disney buenas para sus hijos? Por Henry A.  Giroux.

Los autores mencionan que la significación de las películas de dibujos animados de Disney actúan como nuevas "máquinas de enseñar, como productoras de cultura, y parecen infiltrar  autoridad cultural y legitimidad para enseñar roles, valores y hábitos específicos como los sitios más tradicionales de aprendizaje, como las escuelas públicas, las instituciones religiosas y la familia.
Además, las mismas construyen un mundo de  sueños y  de inocencia infantil donde Ios niños  encuentran cada vez  un lugar pasa situarse en su vida emocional. Estas películas infantiles  proporcionan un espacio visual de alta tecnología donde la aventura,  el placer y la diversión  se encuentran en un mundo fantástico de posibilidades y en una esfera comercial de consumismo y conversión en mercando, como mencionan los autores.
Disney posee un gran poder económico y político que protege su  posición corno abastecedor de inocencia y virtud moral norteamericana. Es así que su imagen como icono de la cultura norteamericana se visualiza a través de la penetración de su Imperio en todos los aspectos de la vida social.
De este modo, coincidiendo con los autores, Disney logra introducirse en una red de mercancías que se presta a la construcción del mundo de hechizo como una  totalidad  cerrada y se esfuerza para suscitar su Imagen cívica.
Disney afirma la inocencia de la infancia y la aventura, ya que produce prototipos para escuelas, nuevas  identidades y comunidades modelo y modos  en que debe comprenderse el futuro por medio de una construcción particular del pasado, como lo expresan lo autores. Así, impone a las personas  una manera de vivir como si estuvieran  en un reinado mágico.
Además, Disney provoca intencionalmente que sus espectadores consuman incansablemente sus productos, al transmitir de forma invisibilizada las formas de una cultura ideal.
A su vez, Disney se cubre bajo una máscara de inocencia y de este modo “disimula sus técnicas comerciales agresivas y su influencia al educar a los niños en las virtudes de convertirse en consumidores activos” (SH. R. Steinberg y  J. L. Kincheloe, 2000: 4). Y, en relación a esto, Eric Smoking expresa   que "Disney construye la infancia haciéndola completamente compatible con el consumismo.
Por otra parte, los autores afirman que la sociedad general está más dispuesta a no realizar un juicio crítico sobre  estas películas infantiles y las naturaliza ignorando sus verdaderos contenidos.
Como Disney tiene una influencia ideológica muy fuerte en los niños, es importante que tanto los padres como los profesores y adultos puedan comprender  que estas películas atraen la atención y moldean  los valores de los niños que las ven y las compran.  De esta manera Disney domina  la vida de los niños, e  influye fuertemente en la forma de imaginar nuestra realidad cultural.
En base a esto, lo que debemos hacer con Disney es una crítica respetuosa, e  incluir  un diálogo examinador sobre los significados que produce en la infancia, los roles que normaliza y las narraciones que utiliza para definir e imponer la vida norteamericana en sus películas de dibujos animados.
Un ejemplo de lo esbozado anteriormente son las películas de La sirenita, Aladino, La Bella y la Bestia y El Rey León que construyen una cultura de la alegría y de inocencia para los niños y en el medio del entretenimiento,  la defensa, el placer y el consumismo, ya que han tenido un éxito masivo en sus espectadores, dejando  marcas de esa cultura que quieren imponer.
 Estas producciones se caracterizan por poseer cintas de vídeo, bandas sonoras, ropa infantil, armarios, muñecos de peluche y nuevas entradas en los parques temáticos. Y de esta manera introduce a los niños en el mercado cultural como consumidores activos.
Además, Disney transmite representaciones estereotipadas de hombres y mujeres, tanto buenos como malos, héroes, heroínas, villanos, etc. Así, en cuanto al género femenino, los autores afirman que, son  construidos dentro de roles de género definidos estrechamente. Y “todas las mujeres en estas películas están subordinadas en el fondo a los hombres y definen su sentido de poder y su deseo casi exclusivamente desde el punto de vista de la narración del macho dominante” (SH. R. Steinberg y  J. L. Kincheloe, 2000: 7). Es decir,  impone que seamos de esa manera que nos muestra para no quedar afuera de la cultura, y a la vez rechaza los aspectos “negativos” de las mujeres. A la vez, las películas de Disney, reproducen un poder masculino, haciendo estereotipos de los hombres. Los padres, inconscientemente, piensan que son inofensivas dichas películas, pero no lo son por estos motivos mencionados anteriormente. Además, siguiendo con la idea de estereotipos,  otras de las cuestiones que involucra Disney en sus películas, es la discriminación racial, como por ejemplo, en la película de “El libro de la selva”, o en los personajes denominados “indios”, “pieles rojas”, etc. Este racismo es presentado, como expresan los autores, de manera invisibilizada, oculta, natural, en las películas de Disney, pero no solo se manifiesta en las imágenes negativas que se muestran, sino también  en la forma de decodificar racialmente el lenguaje y el acento en la pronunciación de los diálogos establecidos entre los personajes.
Por otra parte, otra de las características que reproducen las películas de Disney es que, celebran las relaciones sociales antidemocráticas, como expresan SH. R. Steinberg y J. L. Kincheloe. Esto se debe a que, tanto la naturaleza como el reino animal, aportan los elementos para la presentación de la jerarquía social, la realeza y la desigualdad estructural como parte del orden natural. Y de esto modo, Disney logra que los niños crean que el racismo, el sexismo, el genocidio, y otros, son parte de la naturaleza y estén establecidos por ella.
Por último, respondiendo la pregunta sobre si, las películas de Disney deben censurarse o ignorarse, podemos decir que, es preciso realizar un análisis crítico sobre las mismas, ya que, se lo considera un sitio de aprendizaje para los niños, imponiéndoles indirectamente valores y considerándolos como mercancías. A la vez, es necesario que los padres, los educadores y otros individuos de la sociedad, estén atentos a los mensajes implícitos, ocultos, en estas películas para poder criticarlas y recuperarlas cuando sean necesarias con un fin más productivo, pedagógico, como plantean SH. R. Steinberg y J. L. Kincheloe. Es decir, que no debemos llegar al extremo de ignorarlas o censurarlas, sino establecer un verdadero análisis reflexivo de ellas y  sus efectos.
También, en cuanto a esto, es necesario analizar a Disney dentro de las relaciones de poder en las cuales se manifiestan. Es decir, la investigación que deberíamos realizar sobre Disney tiene que ser histórica, relacional y multifacética. Es ver a Disney como algo más que fantasía y para esto,  los educadores  tienen que introducir de nuevo, lo político y lo pedagógico en el discurso del entretenimiento. Esto implica abordar las posibilidades ficticias, irreales, ilusorias, en  las que los niños representan a menudo sus esperanzas y sueños, como afirman los autores.   
Para finalizar, destacamos la importancia que tienen los padres,  educadores y trabajadores culturales, en cuanto a la tarea pedagógica, de brindar la posibilidad a los niños para que puedan comprender y criticar el verdadero sentido oculto de estas películas y medios audiovisuales, sin acallar o eludir estas cuestiones. Esto conlleva, como dicen los autores, desarrollar nuevas formas de alfabetización, nuevas maneras de interpretación sobre estos medios audiovisuales. Esto implica que:
“los educadores y los trabajadores culturales tienen que hacer algo más que reconocer la necesidad de tomar en serio le producción de formas de arte popular en las escuelas: significa también que no puede haber pedagogía cultural sin prácticas culturales que exploren las posibilidades de formas populares diferentes y que pongan de relieve a la vez las aptitudes de los estudiantes” (SH. R. Steinberg y J. L. Kincheloe: 2000: 13).

Concluimos, afirmando que si bien Disney proporciona a los niños momentos de placer, diversión y entretenimiento, y que a pesar de sus mensajes ocultos, no se deben prohibir sus películas, sino cuestionarlas, desnaturalizando las imágenes ideales que presentan.