Basta
de secretos. Cultura infantil, saturación de Información
e infancia posmoderna
Dado
que la infancia es una creación de la sociedad,
está sujeta a cambios cada vez que se producen importantes
transformaciones sociales.
Uno
de los cambios que ha sufrido la sociedad, y que repercutió en la infancia, fue
cuando los niños debieron ser retirados de las fábricas para entrar a las
escuelas. Además, se fue construyendo la idea social de ternura y
responsabilidad adulta por el bienestar de los niños, como expresan Steinberg y
Kincheloe.
Se
creía también que la infancia era un derecho de nacimiento, y esta mirada tuvo
como resultado una definición biológica, no cultural, de la misma.
Debido
a los cambios sociales y culturales, algunos autores están comenzando a
advertir sobre la influencia de esto en la concepción de infancia.
Antes se veía a las familias del niño de una forma
ideal, conformados por un padre, una madre, viviendo juntos en un hogar. Pero,
sin embargo, esto hay ya no es así, dado que actualmente hay madres solteras,
matrimonios divorciados; lo cual evidencia que las familias han cambiado
durante los últimos cincuenta años.
La crisis contemporánea de la infancia
La
infancia se ha visto alterada debido a los cambios de las realidades económicas
junto con el acceso de los niños a la información sobre el mundo de los
adultos, como afirman Steinberg y Kincheloe.
Además,
hay autores y artículos que hablan de una infancia perdida, que los niños
crecen muy rápidamente, aislados, sin el acompañamiento de sus padres, del
hogar, y en una comunidad fragmentada, inexistente y con familias ausentes.
Esta
crisis de la infancia ocasiona un cierto terror por el peligro enfrentado en la
sociedad.
Nuevos sitios de aprendizaje: las empresas
comerciales como educadores
Entre
los sitios de aprendizajes que provienen de las empresas comerciales, donde el
poder se organiza y domina, pueden nombrarse las bibliotecas, la televisión,
las películas, los periódicos, las revistas, los juguetes, los anuncios, los
juegos de vídeo, los libros, los deportes, entre otros. Y ante esto el trabajo
de quienes se especializan en la educación, debe remitirse a comprender el
proceso educativo que requiere una examinación, tanto de la pedagogía en la
escuela, como de la pedagogía cultural; y que la finalidad de esta comprensión
sea constructiva.
Por
otra parte, estamos atravesados por una revolución de la infancia, dado a que
las empresas comerciales han sustituido las tradicionales clases dentro de las
aulas y el trabajo en el interior de ellas, por “(…) muñecas con historia,
reinos mágicos, fantasías animadas, vídeos interactivos, realidades virtuales,
héroes televisivos de kick-boxing', libros de terror (…)” (Steinberg y
Kincheloe, 2000: 3), que producen formas de entretenimiento creadas a
aparentemente para los adultos pero consumidas por los niños, como afirman los
autores. De este modo, estos sitios utilizan las fantasías y el deseo, mezclando
las ideologías empresariales con los valores del libre mercado, procurando que
el niño se convierta en un consumidor activo.
El
deber de los padres, ciudadanos y educadores ante estas cuestiones, es
responsabilizar a las empresas comerciales en sus influencias políticas y
culturales que ocasionan en la infancia. También es necesario que ejercitemos
nuestro poder personal y colectivo como sociedad, para lograr una
transformación en los aspectos donde el poderío de las empresas comerciales nos
dominan y nos oprimen (Steinberg y Kincheloe).
Ante
esto, no debemos ir en contra de los productos ofrecidos por las empresas
comerciales, autoexcluyéndonos y excluyendo a los niños de ellos, sino
formulando estrategias y modos de resistencia que permitan comprender críticamente
su relación entre la pedagogía, la producción del conocimiento; y la formación
de la identidad y el deseo.
Situar la cultura popular en los estudios
culturales
Los
estudios culturales, con una preocupación a la dinámica del discurso del campo,
brindan las posibilidades para abrir nuevas maneras de analizar detenidamente
la educación de la infancia. A la vez permiten plantearnos una serie de
interrogantes para la reflexión de la cultura infantil:
“¿Cómo
personifican los niños la cultura infantil? ¿Cómo produce la dinámica de poder
incrustada en la cultura infantil placer y dolor en la vida diaria de los
niños? ¿Cómo consiguen los padres, profesores, psicólogos infantiles y
profesionales de la infancia en general, de orientación crítica, una idea de
los niños que dé cuenta del efecto de la cultura popular en su imagen de sí
mismos y su visión del mundo?” (Steinberg y Kincheloe, 2000: 4).
Estos
interrogantes permiten un nuevo dominio para el análisis de los estudios en la
infancia, ya que, aportan tanto al debate especializado como al de los
profesionales prácticos, al buscar diferentes opiniones que fueron dejadas de
lado, como plantean los autores.
El valor de estudiar la cultura popular
Analizar
la cultura infantil implica tomar conciencia de que la formación del niño y su
infancia pueden estar atravesadas por diferentes cuestiones. Una de ellas son
los cuentos de hadas que, cuanto más perturbadores y violentos son, mayor es la
comprensión de los sentimientos que surgen y los forman en la temprana infancia
y sucesivamente, en la edad adulta, como expresan los autores.
Es
preciso favorecer los medios para la compresión de la cultura infantil,
poniendo en descubierto las huellas del poder que dejan las empresas
comerciales y sus efectos en las mentes de los niños. Además, debemos poner en
cuestión el entretenimiento manipulador, racista, sexista y con rasgos de
clases para los niños, que transmiten los productos de estas empresas
comerciales, impulsando la violencia, las patologías sociales y psicológicas.
Las
relaciones de poder que se transmiten en estas empresas comerciales son
complejas y ambiguas, ya que, por un lado, producen placer en los niños, pero
por el otro, reprimen y dominan la producción democrática de cada sujeto. A la
vez, la cultura popular brinda a los niños experiencias emocionales intensas
que a menudo no son iguales a otras de su vida cotidiana. Y esto repercute de
tal manera en los niños que deciden
organizar su vida de la misma forma en que los productos que consumen, les transmiten a ellos.
La alfabetización necesaria en la cultura de los
medios y en la cultura popular en la hiperrealidad
La hiperrealidad presente
en la cultura de los medios social, “exagera la importancia de los
que ejercen el poder en todas las fases de la experiencia humana” (Steinberg y
Kincheloe, 2000: 7). La existencia de la misma nos obliga a repensar sobre la
alfabetización de los niños, ya que los que han sido educado por la cultura
popular enfocan a la alfabetización desde un ángulo muy diferente
(Giroux).
La
alfabetización en los medios se convierte, como afirman Steinberg y
Kincheloe, “en una destreza básica
necesaria para negociar la propia identidad, los valores y el bienestar en la
hiperrealidad empapada de poder” (2000: 7).
Realizar
una comprensión critica demanda que no siempre los niños desarrollen la
capacidad de para interpretar los significados de los medios, sino que
comprendan de qué forma ellos mismos consumen e invierten en los medios, como
afirman los autores. Esto permite tanto estimular el pensamiento crítico como el autoanálisis, ya que los
niños pueden comenzar a darse cuenta de que las decisiones cotidianas no
siempre se realizan de manera libre y racional. Sino que están cargadas de la
producción de deseo y estado de ánimo.
¿Demonio o ángel? Los impulsos comerciales y
democráticos de la televisión
La
cultura infantil de los medios que es dictada por los intereses comerciales,
solo se interesa por sus propios márgenes de beneficios, en vez de preocuparse
por el bienestar de los niños, como expresan los autores.
La
cuestión, dicen los autores, es ver cómo la cultura infantil sirve como un
mecanismo de reproducción ideológica, una fuerza social que produce
significados particulares que inducen a los niños (y a los adultos) a
interpretar los acontecimientos dentro de un rango especifico de posibilidades.
Es
preciso que podamos comprender, en la dinámica de poder de la cultura infantil,
las acciones de los pequeños desde una perspectiva nueva.
Los
productores de las empresas comerciales tienen la capacidad de capacidad para influir en zonas profundas de
la vida privada de los niños, para desestabilizarlos constantemente. Del mismo
modo, algunos productos como juguetes, películas, televisión, juegos de vídeo,
moda; intentan volver a estabilizar identidades nuevas por medio del acto de
consumo, como afirman los autores.
Por
otra parte, “el estudio del poder con relación a los niños y la cultura infantil
contemporánea proporciona una herramienta conceptual para criticar las
prácticas sociales, económicas y políticas”
(Steinberg y Kincheloe, 2000: 10) y explicitar por qué los medios
limitan las elecciones vitales de los niños.
Es
así que debemos poner al descubierto estas fuerzas invisibles que influyen y
moldean la vida de los niños.
El poder de las empresas comerciales y la cultura
infantil
Según
los autores, las empresas comerciales y el sistema de libre empresa que protegen
su derecho a actuar en la manera que consideren más adecuada, influyen en los
momentos familiares de los niños, reproduciendo en ellos conductas e
ideologías. Ante esto, los adultos
debíamos cuestionar a las empresas
comerciales, en cuanto a su acciona de regulación e interferencias, en todos
los aspectos de la vida de los niños a través de los productos, como
propagandas, medios, de dichas empresas.
El poder para representar: el revisionismo
histórico de las empresas comerciales
Tan
poderosas son estas empresas comerciales, expresan Steinberg y Kincheloe que
pueden reescribir la historia norteamericana para que se acomode a sus
necesidades ideológicas particulares y se reproduzcan así en nuestra cultura.
De
este modo, con las sociedades al mando y dominio de la televisión y de otras formas de
producción de información y entretenimiento, estas empresas han conseguido un
enorme poder para representar el mundo tanto a los niños como a los adultos,
como afirman los autores.
Tanto
las empresas comerciales nacionales como las internacionales ocupan y tiñen en
la actualidad los procesos mentales, estableciendo así un dominio de la
conciencia. Las mismas, afirman los autores, se han convertido en colonizadoras
del nuevo milenio, y se encargan de ocupar la mente humana.
Cambiar la infancia vía la cultura infantil/popular
Los
autores afirman que la infancia ha cambiado, y esto se debe, en parte, por el
contacto que los niños tienen con la cultura infantil y otras manifestaciones
más adultas de la cultura de los medios. Dicha cultura infantil, junto con
la cultura popular adulta ejecutan
influencias afectivas específicas, “componiendo mapas que aparecen en los
contextos sociales en los que los niños la encuentran” (Steinberg y Kincheloe, 2000:
13).
Además,
tanto los programas televisivos, como las películas, los juegos de video y la
música, constituyen un dominio privado de los niños en la actualidad. Y, dado
este acceso de los niños a la cultura popular durante fines del siglo XX, las
nociones tradicionales de la infancia concebidas como un tiempo cargado de inocencia, docilidad y dependencia del adulto
se han debilitado.
El dilema de la infancia postmoderna
Los
autores afirman que, esta nueva realidad presenta a los adultos, padres y
profesores, un problema complejo que es el dilema de la infancia posmoderna.
En
ella se observa un gran acceso de los niños contemporáneos a la cultura
infantil comercial y a la cultura popular. Y esto no solo los motiva e impulsa
a convertirse en consumidores compulsivos, sino también a dañar su inocencia.
Steinberg
y Kincheloe mencionan que este:
“acceso infantil al mundo adulto por los
medios electrónicos de hiperrealidad ha pervertido la consciencia de sí mismos
de los niños contemporáneos como entidades incompetentes y dependientes. Esta
percepción de sí mismos no se compagina bien con instituciones como la familia
tradicional o la escuela autoritaria, basadas ambas en una concepción de los
niños como seres incapaces de tomar decisiones por sí mismos” (2000: 13).
Ante
esto, la tarea que nos convoca es, como dicen los autores, desarrollar la
educación y las destrezas para tratar esta revolución cultural de una manera
que enseñe a los niños a dar sentido al caos de información en la
hiperrealidad.
En
este contexto, es preciso que la escuela se convierta en un espacio donde pueda
elaborarse el significado y donde sea posible lograr la comprensión y la
Interpretación
de la información que presentan los productores de las empresas comerciales.
La reacción: odiar al niño listillo
Los
autores dicen que el niño postmoderno es un listillo, y mencionan que a menudo
se lo suele presentar en la cultura popular como "despabilado". Y, a
estos chicos listos sabelotodo, los autores afirman que con frecuencia es fácil
odiarlos, ya que estos niños con poder constituyen una supuesta amenaza para
los adultos y un temor que se pone de manifiesto en diferentes películas de terror, como “El Exorcista”,
“Estoy vivo”, “La profecía”, entre otras.
En
cuanto a esto, Steinberg y Kincheloe mencionan que “hay algo espantoso para el
orden establecido en el niño sabio que descubre la vida ‘fuera de orden’ a
partir de la televisión y otros medios electrónicos” (2000: 15).
Y
afirman también que estas películas como Halloween y El Exorcista son artefactos
culturales que expresan algo que implica
un temor a los niños con conocimientos. Y de este modo surge una cuestión
importante en la historia reciente de la infancia, la cual es que “los padres
adquieren miedo al monstruo latente en todos los niños, un temor a aquello en
lo que sus hijos pueden convertirse” (Steinberg y Kincheloe, 2000: 15).
Valores familiares y La fría realidad de la
violencia en las familias y entre los niños
Los
autores mencionan que aunque podamos destacar los problemas internos de los
discursos sobre los valores familiares y la defensa del menor y deplorar el
miedo u odio a los niños que encontramos en los resquicios del inconsciente
público, no debemos dejar de lado las dificultades de la crianza infantil y las
frustraciones de los padres y los docentes actuales. Afirman que la
delincuencia infantil y juvenil es un hecho de la vida que continúa
incrementándose cada vez más en la sociedad.
Esto
se debe a que, como dicen los autores, hoy en día los niños se encuentran cada
vez más implicados en actos de violencia. Y por esto es que la cultura infantil
y la cultura popular en general constituyen una dinámica social que lleva a la
violencia de los jóvenes y niños.
De
este modo, la cultura infantil violenta privilegia y potencia la violencia como
la forma más efectiva de solución a los problemas o inconvenientes en la vida
cotidiana de los niños, como lo expresan los autores. Y así es que “las
presiones de la competencia empujan a los patrocinadores de televisión infantil
y los productores de la cultura cinematográfica infantil a elaborar productos
más violentos que den mayores beneficios” (Steinberg y Kincheloe, 2000: 18).
Además,
a través del establecimiento de reglas para el desarrollo de la televisión
interactiva, por parte de la industria de los famosos juegos de video, se
transmiten nuevas maneras de violencia estética que se manifiestan en contextos
racistas y sexistas. Y todo esto es internalizado en los niños, los cuales
reproducen en sus conductas el contenido violento de dichos juegos.
Ante
esto, Steinberg y Kincheloe afirman que “algunos niños imitan las acciones de
los personajes interactivos, aunque comprendan bien el carácter fantástico de
los juegos y los vídeos” (2000: 18) y así
reproducen la violencia de los medios en su vida. De este modo es que, las
imágenes violentas de los juegos de video, la lucha, el cine o la televisión
pueden hacer surgir patologías escondidas en el inconsciente de los niños,
mientras que otros pueden mostrarse insensibles ante ellas.
Cultura infantil y problemas de justicia
Los
autores afirman que el análisis actual de la infancia debe ocuparse de los
problemas de las injusticias relacionadas con la raza, la clase y el género que
atacan a segmentos de los niños que conforman el público de la cultura infantil
y determinan el formato de los medios.
Mencionan
también que, frecuentemente, la cultura infantil debe brindar un necesario
escape de estas duras realidades.
Por
otra parte, coincidiendo con Steinberg y Kincheloe, es posible señalar que la
cultura de los medios para niños muy pocas veces toma en consideración la
perspectiva de los pobres y de los marginados por motivos de discriminación
raciales o étnicos. Es así que, la cultura infantil frecuentemente se niega a
establecer un cuestionamiento de las estructuras de poder patriarcal o
proporcionar puntos de vista diferentes sobre el mundo, como lo expresan los
autores. De este modo, en la cultura infantil, los "buenos” casi siempre
son hombres blancos que combaten por una causa justa.
Y en
estas cuestiones es posible advertir que la cultura infantil ignora las
experiencias de desigualdad económica y las experiencias de comprensión de la
opresión que soportan, toleran miles de niños (Steinberg y Kincheloe).
Cultura infantil con raza
Los autores mencionan que
los
anuncios televisivos establecen una realidad de clase media con las
características de las personas blancas, como los modelos a seguir, y
rechazando ocultamente a los sujetos con otros colores de piel. Así, por
ejemplo, Steinberg y Kincheloe mencionan que los anuncios infantiles que
recurren a actores no blancos reproducen, sin que sus observadores puedan
notarlo, jerarquías raciales que privilegian a los blancos.
Cultura Infantil con género
En cuanto a la cuestión
del género, los autores mencionan que la cultura infantil conserva una gran
diferenciación de género femenino y masculino. Y dicen que promueve roles de
género perfilados y estereotipados, que inconscientemente interiorizamos y
reproducimos. Esto puede verse, por ejemplo, en los juguetes de las niñas como
las cocinas que proporcionan ideologías sobre las tareas de las mujeres en el
hogar y las exigencias de la maternidad, a través también de las muñecas. Y en
el coso de los juguetes de los niños, estos contienen efectos de sonidos de
motores y armas. Esto marca estrictamente diferencias en cuanto al género
femenino y masculino, ya que impone a través de productos o imágenes los roles
que cada uno debe cumplir.
Por otra parte, el género
también se transmite en las películas como El Rey León y La Sirenita, ya que en
ambas los personajes femeninos están subordinados por los masculinos, como
afirman los autores. En el caso de El rey león, se observa que
todos los jefes son varones, receptores del derecho patriarcal; y las leonas no
tienen ningún poder.
Esta
forma patriarcal que se muestra en las películas tiene importantes y graves implicaciones para las mujeres, pero también
distorsiona el desarrollo masculino.
¿Qué hacemos? Repensar la educación de niños y
niñas
En
la medida en que podemos empezar a entender
estos problemas, nos veremos enfrentados con la necesidad de realizar
una re-conceptualización de la educación de niños. Y para esto, debemos
introducir a los niños en una educación crítica, que como dice Freire, se
interese por el conocimiento y las instituciones que ellos mismos lleven a la
escuela. Esto implica que los educadores puedan estudiar y analizar
críticamente la cultura infantil, los efectos sobre sus consumidores, y su
relación con el deseo, como lo afirman los autores.
Este interés en
conocer a los niños, a través de una pedagogía de este tipo, nos brindará un acceso más cercano a su consciencia así
como a su percepción de sí mismos y del mundo. Para que de este modo, se puedan
construir nuevas formas de aprendizaje y
nuevas ideas y miradas sobre la construcción de la infancia contemporánea en
torno a las cuales sea posible reestructurar las escuelas y volver a pensar el
rol de los padres en la hiperrealidad (Steinberg y Kincheloe).